Podríamos haber vivido en Venus y no en la Tierra

Científicos de la Universidad de Rice en Houston (Texas, EE.UU.) plantean una curiosa hipótesis este mes en la revista Astrobiology, bastante atrevida pero que ellos no consideran descabellada. En resumen, creen que si las condiciones hubieran sido tan solo un poco diferentes hace un eón, es posible que hubiera abundante vida en Venus y ninguna en la Tierra.


Los investigadores sostienen que cambios evolutivos menores podrían haber alterado el destino de los dos planetas vecinos de maneras que los científicos pueden pronto ser capaces de modelar mediante la observación de otros sistemas solares, en particular los que están en proceso de formación, según explica Adrian Lenardic, uno de los autores del estudio.
Lenardic y sus colegas sugieren que, en los sistemas extrasolares, los planetas habitables pueden quedar fuera de la llamada «zona Ricitos de Oro», la banda de espacio alrededor de una estrella que no es demasiado caliente ni demasiado fría (como las gachas del cuento infantil), para que un planeta pueda albergar agua líquida en su superficie y una atmósfera respirable. Pero para Linardic esa descripción, que hasta la fecha los científicos sólo han sido capaces de calibrar utilizando observaciones de nuestro propio sistema solar, puede ser demasiado limitante. De forma que los planetas más alejados o más cerca de sus estrellas de lo que la Tierra lo está del Sol pueden albergar las condiciones necesarias para la vida.

Una cuestión científica

«Durante mucho tiempo hemos estado viviendo en un experimento, nuestro Sistema Solar», dice el investigador. Pero, si pudiéramos realizar el experimento de nuevo, «¿saldría igual? Hasta ahora ha sido una cuestión puramente filosófica. Pero ahora que estamos observando sistemas solares y otros planetas alrededor de otras estrellas, podemos preguntárnoslo como una cuestión científica».
«Si encontramos un planeta (en otro sistema solar) que se sitúe donde está Venus y que tenga signos de vida, sabremos que lo que vemos en nuestro Sistema Solar no es universal», señala.
Los investigadores creen que la misma vida en la Tierra no es necesariamente un hecho basado en el concepto de «Ricitos de Oro». Un pequeño cambio en las condiciones que existían a principios de la formación del planeta podría haberla hecho inhóspita.
Por extensión, una pequeña variación parecida podría haber cambiado la suerte de Venus, el vecino más cercano de la Tierra, evitando que se convirtiera en un desierto ardiente con una atmósfera venenosa para los terrestres.
El documento también cuestiona la idea de que la tectónica de placas sea una razón crítica para que la Tierra albergue vida. «Hay un debate acerca de esto, pero la Tierra en sus primeros tiempos de vida, digamos hace 2.000 o 3.000 millones de años, habría parecido a todos los efectos un planeta extraño (...) Sabemos que el ambiente era completamente diferente, sin oxígeno. Hay un debate de que la tectónica de placas podría no haber sido operativa».
Lo que se plantea el autor es que si nos fijamos en otros planetas no podemos descartar algunos incluso si no hay señales de oxígeno y tienen una tectónica claramente diferente de la que opera en nuestro planeta en la actualidad. «La habitabilidad es una variable evolutiva. La comprensión de cómo la vida y un planeta coevolucionan es algo que tenemos que pensar», señala Lenardic.
«Hay cosas que están en el horizonte que, cuando era un estudiante, era una locura pensarlas», indica. «Nuestro trabajo va sobre la posibilidad de imaginar, dentro de las leyes de la física, la química y la biología, cómo podrían ser las cosas en un rango de planetas, no sólo en los que actualmente tenemos acceso. Teniendo en cuenta que vamos a tener acceso a más observaciones, me parece que no debemos limitar nuestra imaginación cuando lleva a hipótesis alternativas».

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