Seis lunas alucinantes del sistema solar a las que viajar en el futuro

Hace 50 años, los humanos pusimos pie en la Luna. Una hazaña impresionante que vamos a repetir en la próxima década, para explotar los recursos del satélite y como paso previo para un futuro viaje a Marte. Pero existen más lunas en nuestro sistema solar, cuerpos aún más exóticos que quizás podamos visitar en el futuro. Investigadores de la Universidad de Arizona (EE.UU.) aventuran cómo sería un viaje a esos mundos.


Fobos, a pico y pala



Fobosuna de las lunas de Marte, tiene un curioso origen. Los científicos creen que es un asteroide capturado por la gravedad del planeta rojo. Rica en agua bajo su superficie, puede ser un recurso valioso para la exploración y la minería espaciales. Con una gravedad alrededor de 100 veces más débil que la de la Tierra, si alguien tuviera la oportunidad de aventurarse en sus escasos 11 km de diámetro se encontraría con un paisaje que recuerda al de un cañón terrestre, con la superficie sorprendentemente polvorienta, como nuestra luna. ¿Su máxima atracción? El cráter Stickney, de 8 kilómetros de ancho. Japón planea viajar hasta allí para recoger muestras y traerlas a la Tierra.

Io, el inframundo



Io es un lugar infernal. Cientos de volcanes cubren su superficie, cada uno de ellos más activo que el más activo de la Tierra, Kilauea. La caldera Loki es el volcán activo más grande del sistema solar. Pele, llamado así por la diosa de la vulcanología de Hawái, es más pequeño, pero está rodeado de depósitos rojos del tamaño de Texas. Toda esta actividad está alimentada por Júpiter, que Io orbita cada dos días terrestres, y las otras lunas grandes que se alinean regularmente para tirar de Io por gravedad, calentando las rocas para crear el magma en su interior.
Desde luego, esta no es una luna para hacer turismo. Allí se pueden morir de muchas formas. Como explica Alfred McEwen, científico de la misión Galileo a Júpiter, uno podría aterrizar en una caldera hirviendo y vaporizarse. O aterrizar demasiado lejos y congelarse hasta morir. Claro que es probable que en Io te quedes sin aire primero. «Si luchas desesperadamente por respirar, descubrirás que la delgada atmósfera es en realidad venenosa y tu último aliento olerá a huevos podridos debido a la superficie sulfurosa de Io», describe el investigador. Por si no fuera suficiente, la intensa radiación generada por el campo magnético de Júpiter destruirá implacablemente tus células. La superficie nociva podría incluso desafiar a la nave robótica más robusta.

Europa, ¿vida submarina?



Europa, luna de Júpiter, es un mundo suave en el que una superficie helada flota sobre un océano líquido salobre. Al igual que ocurre en Io, en Europa la radiación de Júpiter destrozaría cualquier nave espacial y el cuerpo del que se atreviera a viajar hasta allí, pero el hielo de agua actúa como un escudo protector. Y esa es una buena noticia. Porque los científicos creen que la vida, incluso la vida bacteriana, podría prosperar en las fuentes de agua caliente en el fondo de su océano.
La gravedad de Europa es aproximadamente la misma que en nuestra Luna, por lo que bajo kilómetros de hielo y agua la presión no será mayor que la que un submarino puede tolerar en las profundidades de los océanos de la Tierra. Veronica Bray, científica asociada del Laboratorio Lunar y Planetario de la UA que desarrolla un sismómetro para un potencial aterrizaje en Europa, advierte de que si alguien estuviera bajo sus aguas, escucharía los crujidos del hielo duro como la roca a través del océano negro.
En la superficie, expuestos a la radioactividad, hay unos 60 cráteres, relativamente pocos para una luna sin atmósfera. La actividad geológica es tan grande que la superficie es muy joven. También es posible que una nave que intentara aterrizar tuviera que esquivar gigantescas cuchillas de nieve congelada esculpidas por el Sol.

Encélado, un Yellowstone ártico



Encélado, la pequeña luna helada de Saturno, es como un Yellowstone ártico. Los géiseres estallan en el hemisferio sur de este mundo a partir de fisuras en la capa superficial de hielo, al igual que en Europa. Una buena noticia para los amantes de la nieve. Es probable que el rocío de agua subsuperficial proporcione nieve fresca para esquiar, hacer snowboard y bajar en trineo, y el remolcado gravitacional de una luna con un diámetro seis veces menor que el de Europa significa que se pueden tomar pendientes más pronunciadas.
Encélado es la luna más brillante de nuestro sistema solar, así que harían falta unas buenas gafas de sol. Las raquetas de nieve y un paraguas pueden proteger al viajero de hundirse en la nieve o de quedarse enterrado cuando el rocío congelado cae al suelo.

Titán, como la Tierra pero totalmente diferente



Desde que la nave Cassini de la NASA reveló su fascinante paisaje de montañas, colinas, valles, lagos y arroyos serpenteantes, Titán, el satélite natural más grande de Saturno, se ha convertido es uno de los lugares del sistema solar favoritos de los astrobiólogos. Además, debajo de esa superficie sorprendentemente similar a la de la Tierra, el satélite alberga un vasto océano de agua líquida. El hallazgo lo convierte en uno de los pocos mundos del sistema solar que quizás pueda ser habitable.
Aterrizar en Titán, que es aproximadamente del tamaño del planeta Mercurio, resultaría emocionante. Durante gran parte del descenso final a través de su atmósfera, una cubierta anaranjada de nitrógeno y «smog», no se vería mucho. «Imagina a Los Ángeles en un día realmente malo durante la hora punta, multiplica eso por 1.000 y obtendrás la idea», señala Alfred McEwen.
Sin embargo, a medida que uno se acercara a la superficie, vería cordilleras de montañas escarpadas, al igual que dunas de arena y barrancos tallados por el líquido que corre. A veces, se capta el destello de la superficie de un lago distante. «Una vez en tierra, póngase un traje pesado para protegerse de la atmósfera áspera (en términos de la Tierra, contaminada) de Titán y el frío extremo antes de comenzar a explorar», dice el investigador.
Allí podríamos ver el módulo de aterrizaje Huygens, o lo que queda de él. El único objeto hecho por el hombre que alguna vez aterrizó en una luna diferente a la de la Tierra. La sonda viajó a bordo de la nave Cassini con la misión de estudiar a Titán de cerca. Cuando salió de su nave nodriza, fue tragado por la bruma naranja que oculta la luna. Colgando de un paracaídas, Huygens pasó dos horas y media flotando hacia la superficie, tomando fotos y medidas.
La NASA acaba de aprobar la misión Dragonfly, que enviará un cuadricóptero a Titán en 2034.

Neso, la luna desconocida



Neso es la más extraña de varias docenas de lunas que pertenecen al planeta más exterior del sistema solar: Neptuno (que es como los romanos se referían a Poseidón). Lleva el nombre de una de las Nereidas, espíritus acuáticos femeninos en la mitología griega que acompañan a Poseidón, dios del océano.
Este mundo extraño está tan lejos que nadie sabe con certeza qué aspecto tiene, cómo es de grande o cuánto dura un día en la superficie. Lo que es bastante seguro es que ninguna de las otras lunas conocidas se aleja de su planeta huésped como lo hace Neso. «Su órbita es tan alargada que un observador neptuniano que disfrutara de una luna llena de Neso tendría que esperar más de un cuarto de siglo para ver otra», explica Erich Karkoschka, científico de la Universidad de Arizona experto en Neptuno. No sería una gran pérdida, ya que intentar detectar a Neso desde Neptuno es bastante inútil, y viceversa.
Dado que se estima que Neso tiene apenas 64 kilómetros de diámetro, su gravedad es lo suficientemente baja como para poder caminar, o más bien, saltar, alrededor de todo el mundo en uno o dos días. Solo llevaría unos pocos cientos de pasos. Serían pasos grandes, lentos y largos, cada uno de los cuales duraría unos cinco minutos. «Si se le cae el móvil, tardaría casi 30 segundos en llegar al suelo, dándole suficiente tiempo para atraparlo antes de tener que revisar sus selfies del viaje en una pantalla rota», bromea el científico.
En Tritón, otra de las lunas de Neptuno, las temperaturas bajan a menos de 235º C, y aunque Tritón mantiene el registro como el objeto más frío del sistema solar, es poco probable que Neso sea más acogedor. «Otros artículos útiles para viajar a Neso incluyen una linterna de calidad, una pila de baterías en buen estado, botas con tacos para desplazarse por el hielo duro como una roca y calentadores de bolsillo (preferiblemente un generador nuclear portátil, porque los dispositivos que van con energía solar no funcionarán tan lejos)», comenta Karkoschka.

Comentarios

Entradas populares