¿Cuál ha sido el evento estelar más brillante de la historia?

La supernova o explosión estelar que se produjo entre el 30 de abril y el 1 de mayo del año 1006. No en vano fue observada por distintas comunidades de científicos en todo el mundo, entre ellas astrónomos chinos que narraron que que el evento astronómico fue visible durante tres años. El registro más explícito, realizado por un astrónomo egipcio, señala que el fenómeno fue aproximadamente tres veces más brillante que Venus o que emitió luz en una cantidad equivalente a casi una cuarta parte del brillo de la Luna. 



Ahora, un equipo internacional liderado por investigadores del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y de la Universidad de Barcelona (UB) acaba de demostrar que probablemente estuvo causada por la fusión de dos estrellas enanas blancas. Las enanas blancas son estrellas que se encuentran en la última etapa de su vida y que, al agotar su combustible, se van enfriando muy lentamente. 

La SN1006 pertenece al tipo de supernovas que se producen en sistemas binarios, aquellos constituidos por dos objetos astronómicos ligados entre sí por su fuerza gravitatoria. Estos sistemas pueden estar formados por una enana blanca y una estrella compañera ‘normal’ que le aporte la materia necesaria para alcanzar una masa crítica de 1,4 veces la masa del Sol, la llamada masa límite de Chandrasekhar. La enana blanca va aumentando su densidad y su temperatura y, una vez alcanza esta masa, estalla como supernova. Otra opción es que el sistema esté compuesto por dos enanas blancas que acaben por fusionarse en una supernova.

Las supernovas son explosiones de estrellas que ocurren en la última etapa de sus vidas, emiten muchísima energía y eyectan enormes cantidades de material a gran velocidad al medio interestelar. En particular, el tipo de supernova que aconteció en 1006 se produjo probablemente por una explosión termonuclear de la enana blanca al alcanzar la masa límite de Chandrasekhar a causa de la fusión con la otra enana blanca del sistema binario.

La pista definitiva que llevó a los investigadores a concluir que en este caso se había producido la fusión de dos enanas blancas fue que esta supernova, a unos 7.000 años luz de la Tierra, no posee una estrella compañera de la enana blanca progenitora. La explosión producida por la fusión de dos enanas blancas, de hecho, no deja ningún rastro, salvo el remanente de supernova que puede ser estudiado hasta siglos después, como en el caso de la supernova de 1006, una de las únicas cuatro supernovas históricas de este tipo ocurridas en la Vía Láctea.

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